miércoles, 27 de octubre de 2010

Programa Moscamed y la disculpa pendiente

Para mucha gente, medio siglo de distancia es suficiente para sentirse moralmente superiores a los médicos que infectaron a cientos de guatemaltecos con sífilis como parte de un experimento avalado por el gobierno de los Estados Unidos. Sin embargo, ese país financia desde hace tres décadas un programa que genera graves riesgos para Guatemala, asperjando toneladas de pesticidas y otras sustancias sobre bosques, siembras y aguas, sin las mismas precauciones usadas en su propio país, causando daños por los que algún día tendrán que disculparse.

Desde 1977 los Estados Unidos ha financiado el programa Moscamed para erradicar la Mosca del Mediterráneo, invirtiendo más de US$266 millones. En las últimas décadas, aviones y helicópteros contratados en Guatemala por el programa Moscamed han asperjado millones de galones de pesticidas sobre cientos de miles de hectáreas de siembras de café, fuentes de agua y trabajaderos de pequeños productores agrícolas en una gran parte del país. Durante los 80s y 90s el programa utilizó Malatión, un pesticida que luego fue descontinuado, por sus impactos a la salud humana y a la ecología. Desde hace ocho años el programa ha asperjado con Spinosad GF 120 Naturalyte Fruit Fly Bait y Success O.02 CB, un pesticida-cebo producido por Dow Agrosciences. De acuerdo con cifras del Ministerio de Agricultura y Ganadería y Alimentación de Guatemala (MAGA), más de 6 millones de litros de GF-120 han sido importados por el programa desde el 2002, lo que equivale a más de 5,000 toneladas métricas.

Los mismos científicos de Dow Agrosciences han concluido que Spinosad es altamente tóxico para las abejas, otros insectos benéficos y especies acuáticas, y recomiendan precauciones para evitar daños, como no asperjar en áreas urbanas, cerca de cuerpos de agua, o en lugares y tiempos donde los insectos benéficos están en actividad. En California, el uso de Spinosad es regulado cuidadosamente, donde los residentes y trabajadores agrícolas son advertidos de no acercarse a las zonas de aplicación terrestre y no ingresar a áreas tratadas hasta después de 4 horas posteriores a la aplicación. En áreas urbanas, los residentes deben encerrar a sus mascotas, y cubrir muebles de patio antes de las aspersiones terrestres. En California, Hawaii, Costa Rica u otros países centroamericanos no se utilizan aspersiones aéreas de Spinosad-cebo para combatir la mosca del mediterráneo. Guatemala, en cambio, fue escogido por EEUU para establecer una barrera que evite la “migración” de la mosca hacia sus siembras, 3,500 kilómetros al norte y hacia México. Moscamed inició como un programa para erradicar la mosca. En 1988 se estimó que este objetivo se alcanzaría en cuatro años. Sin embargo, hoy solamente hablan de controlar la mosca con aspersiones por un plazo indefinido.

La percepción de las autoridades en EEUU que la amenaza de la mosca es principalmente un problema de “migración internacional” es cuestionada por Dr. James Carey, un entomólogo especializado en moscas exóticas como es la Mosca del Mediterráneo. Carey, un profesor de la Universidad de California, en Berkeley, estudió exámenes de ADN de las moscas capturadas en California, y concluyó que la Mosca del Mediterráneo ya es residente permanente del Estado, y ha sido detectada en 167 municipios – la tercera parte del Estado – desde 1975. Carey es un experto muy reconocido quien trabajó siete años como asesor científico en un panel sobre la Mosca del Mediterráneo, creado por el Departamento de Alimentos y Agricultura del Estado de California.

Durante muchos años el programa operó en Guatemala sin contar con una Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) aprobada. Fue en 2002 cuando para legalizar el uso de Spinosad-cebo, se contrató a una empresa consultora del vice ministro de agricultura, Ricardo Santacruz, uno de los responsables del programa Moscamed. Santacruz renunció de su puesto en MAGA para dirigir la evaluación, y luego, al terminar la evaluación, se reintegró al Ministerio de Agricultura. Por supuesto, la evaluación fue favorable al uso de las aspersiones aéreas de Spinosad para controlar la mosca. Este mecanismo es acompañado por la liberación aérea de moscas estériles y con puestos de cuarentena en carreteras alrededor del país.

La EIA actualmente en vigencia, iniciada en el 2002, no fue aprobada hasta en el 2005. Mientras tanto, el programa asperjaba Spinosad sobre grandes zonas rurales del país sin respaldo de una EIA. Para sostener sus conclusiones, la evaluación utilizó principalmente los estudios de científicos de Dow Agrosciences. A pesar de las advertencias de estos científicos sobre la alta toxicidad de Spinosad que causa mortalidad en los insectos benéficos, en ninguna parte de la EIA hay una discusión de alternativas a la aspersión aérea durante horas del día, mientras ambos, tanto los trabajadores agrícolas como la fauna están presentes y activos en el campo. Tampoco hubo una discusión en relación al impacto sobre otros insectos y aves que pueden alimentarse con las moscas envenenadas. Guatemala tiene numerosos aves e insectos amenazados y protegidos. En adición, en el manual de aspersiones elaborado por el programa Moscamed, publicado en 2006, no hay mención sobre la necesidad de evitar cuerpos de agua, o asperjar de noche.

Campesinos, apicultores, ambientalistas y cafetaleros en Guatemala se han opuesto al programa durante muchos años. Israel Gramajo, el actual alcalde de San Antonio, Suchitepéquez, recientemente ha encabezado un esfuerzo para quitar el puesto de cuarentena de su municipio y prohibir las aspersiones aéreas. Irónicamente, el puesto de cuarentena es diseñado para evitar el traslado de frutas hospederas de la mosca hacia el oeste, la región donde hay mayores detecciones de la presencia de la mosca.

De acuerdo con Gramajo, cuando él anunció su oposición al programa, el director de Moscamed, Pedro Velásquez, le ofreció puestos de trabajo en el programa para los activistas, así como también cientos de canastas agropecuarias para los residentes de San Antonio, una oferta especialmente atractiva considerando que la época electoral se acercaba. Sin embargo, Gramajo se ha mantenido firme en su posición de rechazar el programa. De acuerdo con el procedimiento de aspersiones en Guatemala, el avión que asperja sobrevuela el mismo lugar cinco a siete veces, tirando gotas gruesas de GF-120 – sumando alrededor de 500 gotas por metro cuadrado.

Actualmente en California hay una infestación de una palomilla (Light Brown Apple Moth), con presencia en más de 5 mil kilómetros cuadrados. Es altamente dañina a la producción agrícola en California. Aun así, el Estado no considera aspersiones aéreas de Spinosad entre las opciones consideradas en la Evaluación de Impacto Ambiental.

Hawaii, que ha convivido con la presencia de la Mosca del Mediterráneo durante más de un siglo, tampoco usa aspersiones aéreas, y ha logrado controlar la mosca por medio de un Manejo Integral de Pestes, con el uso de depredadores naturales y controles químicos en las inmediaciones de la detección.

En Guatemala, muchos campesinos en San Marcos, Suchitépequez, Sololá, Retalhuleu y otros departamentos sospechan que el programa MOSCAMED causa daños a sus siembras, y crea enfermedades, como reacciones alérgicas y conjuntivitis. Las autoridades de Moscamed niegan que las aspersiones sean dañinas, y dedican muchos recursos para ganar el apoyo de pobladores, apicultores y autoridades municipales, con jornadas médicas, cursos de repostería y apoyo a la apicultura.

En muchos países, estas preocupaciones relacionadas a la salud humana, la producción agrícola y a los posibles daños ambientales son suficientes para suspender estas prácticas hasta conocer ciertamente cuales son los impactos. Sin embargo, en Guatemala, donde el presupuesto de Moscamed es visto como una fuente importante de ingresos para muchas personas en el programa, y donde la Embajada del gobierno de los Estados Unidos históricamente ha tenido una influencia inmensa sobre las políticas nacionales, este no ha sido el caso. Es notorio que el mismo gobierno estadounidense que promueve la transparencia en Guatemala y financia proyectos para combatir la corrupción, también mantiene a capa y espada un programa tan cuestionado y con tantos riesgos.

Hace unas semanas Guatemala fue centro de atención mundial debido al descubrimiento de un programa estadounidense en la década de 1940 en que médicos estadounidenses infectaron cientos de guatemaltecos con sífilis como parte de un experimento médico con respaldo estatal de su gobierno. Hoy, el gobierno de los EEUU financia un programa que genera importantes riesgos ambientales para Guatemala. De acuerdo con numerosos científicos, la aspersión masiva de pesticidas sobre miles de kilómetros cuadrados de Guatemala no es necesaria, tampoco es segura, y es preocupante que estas decisiones tan vitales para el futuro del país están siendo tomadas por instituciones con intereses que en el pasado han causado graves daños a Guatemala.

Algún día, cuando la arrogancia de una ciencia comprada por corporaciones y gobiernos ya no sea capaz de sofocar las preocupaciones de miles de guatemaltecos quienes son obligados a tolerar aspersiones de químicos sobre sus siembras, sus ríos y sobre sus familias, tal vez, quizás, otra disculpa vendrá.

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